Hija mía, quiero en este Mensaje expresarte mi amor y gratitud porque has sido como un faro de luz ante tanta obscuridad, eres el puerto donde pueden llegar las almas en busca de orientación y de consuelo para sus almas tristes, confundidas por los azares de la vida que les ha correspondido vivir muchas veces con muy poca instrucción religiosa; llegan a ti porque yo las envío, hija mía, porque sé que tú las recibes con tanto amor y tanta devoción hacia Nosotros y ellas encuentran las respuestas a sus almas atormentadas y sin ningún interés más que el amor hacia Nosotros, las encaminas para encontrar mi Voz que les ha de aclarar muchas cosas, y es cuando van obrando conforme a las enseñanzas impartidas por Mí a través de ti. El mérito tuyo, hija, es el de servir de intermediario para esta comunicación con las almas necesitadas de mi Luz, y eso es muy grande para Nosotros pues con gran humildad y sin pretensiones haces de ese encuentro algo maravilloso, por ello, hija, no dejo de enviaros bendiciones porque has sabido cumplir todo aquello que os hemos impartido en enseñanzas por todos estos años que llevamos instruyéndoos y lo has hecho conforme a nuestra voluntad. Esperamos, hija, que esto que os digo sirva para continuar con este camino trazado por Nosotros y que redundará en un bien para toda la humanidad cuando alcance la madurez. La misión que tenemos asignada para ti y que ya os hemos dicho es muy grande, ya lo verás, hija, por esto te envío los mensajes para que lo recuerdes siempre y no lo olvides, espera un poco más y el tiempo que quede, que es muy pronto, para que se realice.

Bueno, hija, os amo y os bendigo. Tu Jesús.